jueves, 25 de enero de 2018

1 SAMUEL. CAPÍTULO 14.

Hazaña de Jonatán 

141Un día Jonatán, hijo de Saúl, dijo a su escudero:
-Vamos a pasar hasta el destacamento filisteo, al otro lado de la cañada.
Pero no se lo dijo a su padre.
2Saúl estaba entonces en las afueras de Guibeá*, bajo el granado de la era. Su tropa era unos seiscientos hombres. 3Ajías, hijo de Ajitub, hermano de Icabod*, hijo de Fineés, hijo de Elí, sacerdote del Señor en Siló, llevaba un efod.
4La tropa no se dio cuenta de que Jonatán se alejaba. A ambos lados de la cañada que Jonatán intentaba pasar para llegar al destacamento filisteo había dos salientes rocosos: uno se llamaba Bosés* y el otro Sene*. 5Uno se erguía hacia el norte, frente a Micmás, y el otro hacia el sur, frente a Guibeá.
6Jonatán dijo a su escudero:
-Vamos a pasar hacia el destacamento de esos incircuncisos; a lo mejor el Señor nos da la victoria; no le cuesta salvar con muchos o con pocos.
7El escudero respondió:
-Haz lo que quieras; estoy a tu disposición.
8Jonatán dijo:
-Mira, vamos a pasar hasta esos hombres; nos descubrirán. 9Si nos dicen: <<¡Alto! ¿No os mováis hasta que vayamos a vosotros!>> nos quedamos quietos donde estamos, sin subir hacia ellos. 10Pero si nos dicen: <<¡Subid acá!>>, subiremos, porque el Señor nos lo entrega; ésta será la contraseña.
11El destacamento filisteo los descubrió, y comentaron:
-Mirad, unos hebreos que salen de las cuevas donde se habían escondido.
12Luego dijeron a Jonatán y a su escudero:
-Subid acá, que os contamos una cosa.
Jonatán ordenó entonces a su escudero:
-Sube detrás de mí, que el Señor se los entrega a Israel.
13Jonatán subió gateando, seguido de su escudero; los filisteos caían ante Jonatán, y su escudero, detrás, los iba rematando. 14Fue la primera victoria de Jonatán y su escudero: unos veinte hombres, como en medio surco de tierra arada. 15Temieron los filisteos del campamento y toda la tropa. Temieron también los de la guarnición y la fuerza de choque. La tierra tembló: hubo un pánico sobrehumano.
16Desde Guibeá de Benjamín vieron los centinelas de Saúl que el ejército enemigo huía a la desbandada. 17Entonces Saúl ordenó a los suyos:
-Pasad revista, a ver quién se ha separado de los nuestros.
Pasaron revista, y faltaban Jonatán y su escudero.
18Saúl ordenó a Ajías:
-Acercadme el efod. (Porque Ajías era el que llevaba entonces el efod en Israel).
19Mientras Saúl hablaba al sacerdote, el tumulto del campamento filisteo iba en aumento. Saúl dijo al sacerdote:
-Retira la mano.
20Todo el ejército de Saúl se reunión y se lanzó al combate; los filisteos se acuchillaban unos a otros, en medio de una confusión enorme. 21Y los hebreos movilizados hacía tiempo por los filisteos, y que habían subido con ellos al campamento, se pasaron a los israelitas de Saúl y Jonatán. 22Todos los israelitas que se habían escondido en la serranía de Efraín oyeron que los filisteos iban huyendo, y se juntaron también en su persecución. 23El Señor salvó aquel día a Israel. La lucha llegó hasta Betavén. 24Los que seguían a Saúl eran unos dos mil hombres. La lucha se extendió por toda la serranía de Efraín.
Saúl cometió aquel día un grave error, conjurando a la tropa:
-Maldito el que pruebe un bocado antes de la tarde, mientras me vengo de mis enemigos.
25Nadie probó bocado. Por el suelo había unos pnales*, 26y el ejército se acercó a los panales, que destilaban miel, pero nadie se la llevó a la boca, por miedo al juramento. 27Jonatán no había oído el juramento impuesto al pueblo por su padre, y alargó la punta del palo que llevaba en la mano, lo hundió en el panal de miel, se lo llevó a la boca y le brillaron los ojos. 28Uno de la tropa dijo:
-Tu padre nos echó un juramento maldiciendo al que probase hoy un bocado, y eso que la tropa está agotada.
29Jonatán exclamó:
-¡Mi padre ha traído la desgracia al país! Mirad cómo me brillan los ojos, sólo por haber chupado esta poca miel. 30Si la tropa hubiera comido hoy de los despojos ganados al enemigo, la derrota de los filisteos sería hoy mucho mayor.
31Aquel día destrozaron a los filisteos desde Micmás hasta Ayalón*, y el ejército acabó agotado. 32Entonces echaron mano de los despojos y agarraron ovejas, vacas y terneros, los degollaron en el suelo y los comieron con la sangre. 33Avisaron a Saúl:
-Mira que la tropa está pecando contra el Señor, tomando la sangre.
Saúl respondió:
-Rodad aquí una piedra grande.
34Luego ordenó:
-Id por entre la gente y decidles que cada uno me traiga su toro y su oveja; los degolláis aquí y los coméis; pero no pequéis contra el Señor tomando la sangre.
Cada uno llevó lo que tenía, y Saúl degolló allí los animales. 35Levantó un altar al Señor (fue el primero que levantó), 36y después dijo:
-Bajaremos tras los filisteos de noche, a saquearlos hasta el amanecer, sin dejarles uno vivo. 
Le contestaron:
-Haz lo que te parezca bien.
El sacerdote ordenó:
-Vamos a acercarnos a consultar a Dios.
37Saúl consultó a Dios:
-¿Puedo bajar tras los filisteos? ¿Los entregarás en poder de Israel?
38Aquel día no obtuvo respuesta. Entonces ordenó:
-Acercaos todos los jefes del pueblo, para ver quien ha cometido hoy este pecado. 39Porque, ¡vive el Señor, salvador de Israel!, aunque sea mi hijo Jonatán, morirá sin remedio.
40Nadie le respondió. Entonces se dirigió a todo Israel:
-Vosotros poneos de un lado y yo con mi hijo Jonatán nos pondremos al otro.
Le respondieron:
-Haz lo que te parezca bien.
41Entonces Saúl consultó al Señor, Dios de Israel:
-¿Por qué no respondes hoy a tu siervo? Señor, Dios de Israel, si somos culpables yo o mi hijo Jonatán, salga cara; si es culpable tu pueblo Israel, salga cruz.
42Cayó la suerte en Jonatán y Saúl, y la tropa quedó libre. Entonces dijo Saúl:
-Echad a suertes entre mi hijo Jonatán y yo.
43Le tocó a Jonatán. Y Saúl le preguntó:
-Dime lo que has hecho.
Jonatán le contó:
-Probé un poco de mil con la punta del palo que llevaba en la mano. ¡Y ahora me toca morir!
44Saúl le dijo:
-¡Que Dios me castigue si no mueres, Jonatán!
45Pero la tropa dijo a Saúl:
-¿Cómo va a morir Jonatán, que ha dado esta gran victoria a Israel? ¡De ningún modo! ¡Vive Dios!, que no caerá a tierra ni un pelo de su cabeza; que su hazaña de hoy la ha hecho ayudado por Dios.
46Así salvaron la vida a Jonatán. Saúl dejó de perseguir a los filisteos, y éstos volvieron a sus casas.
47Después de ser proclamado rey de Israel, Saúl luchó contra todos sus enemigos de alrededor: Moab, los amonitas, Edom, el rey de Sobá, los filisteos, y vencía en todas sus campañas, 48haciendo proezas; derrotó a Amalec y libró a Israel de sus opresores.
49Sus hijos fueron: Jonatán, Isbaal, Malquisúa. De sus dos hijas, la mayor se llamaba Merab; la pequeña, Mical. 50Su mujer se llamaba Ajinoán, hija de Ajimaas. El general de su ejército se llamaba Abner, hijo de Ner, tío de Saúl. 51Quis, padre de Saúl, y Ner, padre de Abner, eran hijos de Abiel.
52Durante todo el reinado de Saúl hubo guerra abierta contra los filisteos. A todo mozo valiente y aguerrido que veía, Saúl lo enrolaba en su ejército.

Explicación.

14 Este capítulo está bien compuesto, salvo la escena de los versos 31-34. Es manifiesta la intención de exaltar la figura de Jonatán, mientras que el papel de Saúl es menos feliz. Los filisteos se encuentran en una altura escarpada, que desaconseja un ataque frontal; precisamente de esta circunstancia se aprovecha el joven príncipe para un ataque por sorpresa; su hazaña desencadena una batalla de cierta amplitud y una victoria importante para los israelitas. Jonatán se atreve a criticar una decisión de su padre y se gana el favor del pueblo: es el héroe de la jornada. El que ha escrito y el que ha conservado esta narración detallada llevaban en el corazón el recuerdo del joven malogrado.

La narración se distingue por lo bien planeada. Mientras otras suelen ir dando informaciones a medida que lo pide el desarrollo, ésta adelanta los elementos esenciales de la situación. Más que otras, nos da a conocer el modo de los hechos. El enlace visual de las escenas (v. 16) es menos común y más eficaz que el frecuente enlace "se enteró"; a partir de él, en olas sucesivas y alternas se va extendiendo la batalla, según el siguiente esquema: desbandada filistea -Saúl investiga -  crece el tumulto filisteo Saúl ataca - pánico filisteo - los prófugos se pasan, los escondidos acuden; al final de esta expansión bélica, la frase culminante: "El Señor salvó aquel día a Israel".

14,2 * = Loma.

14,3 "Llevar el efod" equivale a ser sumo sacerdote; no está claro si se trata del vestido que lleva o del objeto de culto que sirve para la consulta (ejemplo de lo primero 1 Sm 2,28; 22,18; de lo segundo 1 Sm 23,9; 30,7); el verbo usado hace pensar en la segunda acepción (véase el v. 18). Ajías continúa todavía la dinastía de Elí: 4,19-22.
* = Sin gloria.

14,4 * = El Brillante; La Espina.

14,6 Jonatán invoca un principio clásico: Jue 78,4-7.

14,10 Después de invocar el auxilio de Dios, se atreve a pedir una señal del cielo, de la que serán mediadores los mismos enemigos. Es una situación irónica subrayada por el doble sentido del verbo ´ly, subir-atacar.

14,11 Probablemente se muestran desarmados, con las armas escondidas, como un par de israelitas extraviados o fugitivos. El comentario de los filisteos es despectivo: la denominación "hebreos", la alusión a la cobardía.

14,12 Al cumplirse el signo convenido, Jonatán se identifica con todo Israel, empleando una fórmula de la guerra santa.

14,14-15 La victoria es en realidad modesta, sólo notable por la desproporción de fuerzas; sus consecuencias van a ser graves, porque aquella guarnición parecía inexpugnable. En una visión épica, hasta la tierra se resiente del temor pánico que infunde la divinidad. Véanse Is 5,25; Am 8,8; etc.

14,18 El texto, hebreo contiene una corrección posterior: arca en vez de efod. Saúl quiere consultar las suertes antes de ordenar un ataque, pero no puede terminar. Hay que salvar a Jonatán y aprovechar la confusión del enemigo. 1 Sm 30,7s.

14,20 Son datos típicos de la guerra santa: Jue 7,22; 2 Cr 20,23.21 El detalle indica que los israelitas estaban sometidos a prestaciones militares al servicio de los filisteos. Es una medida de doble filo.

14,24 La narración marcha hacia atrás para introducir un episodio importante. Hemos traducido el texto griego de este verso, mal conservado en hebreo. El error de Saúl (shegaga) es una inadvertencia, algo que afecta al causante y que se convierte en pecado formal cuando, cayendo en la cuenta, no lo remedia; véanse Lv 4 y 5; Nm 15. Por un afán de piedad inoportuna está a punto de provocar una desgracia. Porque el juramento es activo, equivale a un ayuno ofrecido con una imprecación. La maldición alcanza a cualquiera -no a todo el ejército en bloque-, en principio no hace falta que se descubra y se juzgue al culpable; éste puede incurrir en la maldición sin saberlo. Saúl parece fatalmente destinado a equivocarse en asuntos litúrgicos.

14,25 El texto hebreo está mal conservado; seguimos una reconstrucción probable.

14,27 El verso es notable por la plasticidad y por el estrechamiento rítmico de la acción: 5 + 5 + 4 + 3 + 2.

14,31 * = Cervera. Lv 17.

14,32-34 Sobre la prohibición léase Lv 17. El breve episodio, en el lugar en que se encuentra, retrasa el desenlace de la maldición. Un punto de enlace con lo que precede es el hambre de la tropa al terminar la jornada.

14,35 Quizá se trate de un altar conmemorativo.

14,37-39 Saúl se encuentra copado entre dos silencios: el de Dios, que no responde y el del pueblo, que parece saber y ocultar algo. El segundo silencio parece desaprobar el nuevo juramento de Saúl, expresión de una religiosidad desatinada. Por lo demás, el movimiento del diálogo es notable en toda la sección 36-44, con un número de interlocutores poco frecuente.

14,38 1 Sm 28,6.

14,41 El texto hebreo está incompleto; la traducción griega completa lo que falta. Se trata de las famosas suertes con dos objetos llamados urim y tummim.

14,42 Kos 7,16-18.

14,43 La intensidad de la respuesta está marcada por el tejido de las aliteraciones (ta´om ta´amti... hamma tte... me´at... ´amut).

14,45 La tropa rompe su silencio ominoso en una especie de rebelión democrática. Si el amor paterno queda satisfecho, la autoridad real comienza a resquebrajarse. Las palabras suenan con tono amenazador, mitigado por la razón religiosa con que concluyen. Si Dios estaba con él, no debe morir. La suerte más que designar a un culpable, ha designado al héroe.

14,46 La derrota de los filisteos no ha sido definitiva ni las pérdidas han sido demasiado graves. Pero su prestigio ha bajado en la medida en que ha subido la confianza de los israelitas.

14,47-52 Sumario del reinado de Saúl antes de los sucesos trágicos del capítulo siguiente. Nos da una visión muy positiva de sus éxitos militares. Parece un poco exagerado el recuento de victorias, sobre toso si Sobá es la región cercana al Antilíbano poblada de arameos; por otra parte, si el autor último ha respetado aquí esta lista tan favorable a un personaje que él no aprueba, se puede pensar que la consideró autorizada.

14,52 Esta nota define mejor el reinado de Saúl y nos habla de una institución militar nueva, el ejército permanente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario