jueves, 25 de enero de 2018

1 SAMUEL. CAPÍTULO 15.

 Saúl es rechazado 

151Samuel dijo a Saúl:
-El Señor me envió para ungirte rey de su pueblo Israel. 2Por tanto, escucha las palabras del Señor. Así dice el Señor de los ejércitos: <<Voy a tomar cuentas a Amalec de lo que hizo contra Israel, atacándolo cuando subía de Egipto. Ahora ve y atácalo; 3entrega al exterminio todos sus haberes, y a él no lo perdones; mata a hombres y mujeres, niños de pecho y chiquillos, toros, ovejas, camellos y burros>>.
4Saúl convocó al ejército y le pasó revista en Telán: doscientos mil de infantería y diez mil de caballería. 5Marchó a las ciudades amalecitas y puso emboscadas en la vaguada. 6A los quenitas les envió este mensaje:
-Vosotros salid del territorio amalecita y bajad. Os portasteis muy bien con los israelitas cuando subían de Egipto y yo no quiero mezclaros con Amalec.
7Los quenitas se apartaron de los amalecitas. Saúl derrotó a los amalecitas, desde Telán, según se va a Sur*, en la frontera de Egipto. 8Capturó vivo a Agag, rey de Amalec, pero a su ejército lo pasó a cuchillo. 9Saúl y su ejército perdonaron la vida a Agag, a las mejores ovejas y vacas, al ganado bien cebado, a los corderos y a todo lo que valía la pena, sin querer exterminarlo; en cambio, exterminaron lo que no valía nada.
10El Señor dirigió la palabra a Samuel:
11-Me pesa haber hecho rey a Saúl, porque ha apostatado de mí y no cumple mis órdenes.
12Samuel se entristeció y se pasó la noche gritando al Señor. Por la mañana madrugó y fue a encontrar a Saúl; pero le dijeron que se había ido a Carmen*, donde había erigido una estela, y después, dando un rodeo, había bajado a Guilgal. 13Samuel se presentó a Saúl, y éste le dijo:
-El Señor te bendiga. He cumplido el encargo del Señor.
14Samuel le preguntó:
-¿Y qué son esos balidos que oigo y esos mugidos que siento?
15Saúl contestó:
-Los han traído de Amalec. La tropa ha dejado con vida a las mejores ovejas y vacas, para ofrecérselas en sacrificio al Señor. El resto lo hemos exterminado.
16Samuel replicó:
-Pues déjame que te cuente lo que el Señor me ha dicho esta noche.
Contestó Saúl:
-Dímelo.
17Samuel dijo:
-Aunque te creas pequeño, eres la cabeza de las tribus de Israel, porque el Señor te ha nombrado rey de Israel. 18El Señor te envió a esta campaña con orden de exterminar a esos pecadores amalecitas, comtabiendo hasta acabar con ellos. 19Por qué no has obedecido al Señor? ¿Por qué has echado mano a los despojos, haciendo lo que el Señor reprueba?
20Saúl replicó:
-Pero ¡si he obedecido al Señor! He hecho la campaña a la que me envió, he traído a Agag, rey de Amalec, y he exterminado a los amalecitas. 21Si la tropa tomó el botín de ovejas y vacas, lo mejor de lo destinado al exterminio, lo hizo para ofrecérselas en sacrificio al Señor, tu Dios, en Guilgal.
22Samuel contestó:
-¿Quiere el Señor sacrificios y holocaustos o quiere que obedezcan al Señor? Obedecer vale más que un sacrificio; ser dócil, más que grasa de carneros. 23Pecado de adivinos es la rebeldía, crimen de idolatría es la obstinación. Por haber rechazado al Señor, el Señor te rechaza hoy como rey.
24Entonces Saúl dijo a Samuel:
-He pecado, he quebrantado el mandato de Dios y tu palabra; tuve miedo a la tropa y les hice caso. 25Pero ahora perdona mi pecado, te lo ruego; vuelve conmigo y adoraré al Señor.
26Samuel le contestó:
-No volveré contigo. Por haber rechazado la palabra del Señor, el Señor te rechaza como rey de Israel.
27Samuel dio media vuelta para marcharse. Saúl o agarró la orla del manto, que se rasgó, 28y Samuel le dijo:
-El Señor te arranca hoy el reino y se lo entrega a otro más digno que tú. 29El Campeón de Israel no miente ni se arrepiente, porque no es un hombre para arrepentirse.
30Saúl le dijo:
-Cierto, he pecado; pero esta vez salva mi honor ante los concejales del pueblo y ante Israel. Vuelve conmigo para que haga la adoración al Señor, tu Dios.
31Samuel volvió con Saúl y éste hizo la adoración al Señor.
32Entonces Samuel ordenó:
-Acercadme a Agag, rey de Amalec.
Agag se acercó temblando, y dijo:
-Ahora pasa la amargura de la muerte.
33Samuel le dijo:
-Tu espada dejó a muchas madres sin hijos; entre todas quedará sin hijos tu madre.
34Y lo descuartizó en Guilgal, en presencia del Señor. Luego se volvió a Ramá, y Saúl volvió a su casa de Guibeá* de Saúl. 35Samuel no volvió a ver a Saúl mientras vivió. Pero hizo duelo por él, porque el Señor se había arrepentido de haber hecho a Saúl rey de Israel.

Explicación.

15 En este capítulo se consuma el rechazo de Saúl. Seguirá actuando como rey, pero su reino comienza a dividirse y no pasará a un sucesor de la familia. Es fácil de entender la sentencia de Samuel: "Porque has rechazado al Señor, el Señor te rechaza." Es difícil de comprender la causa de tan dura condena. ¿Es justo acabar con todo un pueblo, incluidas mujeres y niños, y esto por un crimen cometido hace siglos?

Cuando las guerras son productivas, porque terminan en saqueo, porque dan mujeres y niños para el trabajo y la esclavitud, un pueblo puede sentirse tentado a declarar la guerra nada más por interés: tal guerra sería un acto de bandidaje legalizado. Cuando está prohibida toda clase de saqueo, la guerra no será tentación, sólo se emprenderá en legítima defensa. Este resultado secundario de la ley del exterminio total es bueno; pero ¿justifica dicho exterminio? Y si la guerra tiene por finalidad ejecutar una sentencia, ¿por qué han de pagar justos por pecadores? Y si admitimos que accidentalmente los inocentes sufran no como culpables castigados, sino como miembros de un cuerpo social de cuya suerte participan, ¿por qué, concluida la guerra, se ha de ejecutar el exterminio total?

Este es el problema que nos plantea el presente capítulo y otros semejantes del AT. A la luz de las enseñanzas de Cristo, el mandato de Samuel nos desconcierta, nos repugna. Mirado como etapa superada en la historia de la revelación, todavía no acabamos de comprenderlo. Lo más que se nos ocurre es esto: el Señor elige un pueblo, con sus costumbres e instituciones, para conducirlo lentamente a niveles más altos y puros. El Señor de la vida, que no anula sin más la mortalidad infantil, que castiga a los padres en los hijos hasta la cuarta generación, que no impide los accidentes mortales ni las catástrofes naturales, acepta provisoriamente una institución guerrera que causa la muerte de inocentes. El autor sagrado trasforma esa aceptación genérica en un mandato concreto y formal al contar la historia. Por lo demás, que Saúl no acabó con los amalecitas lo demuestera su presencia en tiempos posteriores: 1 Sm 27,8; 30,2 (cfr. 1 Cr 4,43); aunque sí es cierto que Amalec desaparece como pueblo autónomo.

Pero no intentemos disimular el estupor ni reprimir la protesta. Este capítulo turba a un cristiano repetidas veces; esa turbación es un componente de su sentido que nos obliga a preguntar.

15,1 Samuel se presenta con autoridad profética, definiendo las coordenadas del capítulo: el Ungido ha de estar a disposición de su Soberano, y esa misión genérica se concreta ahora en una orden específica. Desde el principio sabemos que está en juego para Saúl seguir sus propios planes políticos o aceptar sin reserva el plan de Dios.

15,2-3 La misión concreta es ejecutar, como verdugo, una sentencia pronunciada por el Señor contra un delito antiguo de Amalec. En la acción injusta y agresiva contra un pueblo pacífico y desprovisto, Amalec ha decidido su suerte: Ex 17,8-16; Dt 25,17-19. Parecía que la historia lo olvidaba, pero el Señor sabe esperar (Is 18). Sobre el exterminio sagrado véase el comentario a Jue 7-8. El verdugo de Dios no tiene derecho a perdonar por razones personales. Amalec en esta época ya se ha provisto de camellos amaestrados, como Amón y otras tribus caravaneras.

15,4 Telán se encuentra probablemente en la región meridional de Judá, cerca de los amalecitas del desierto meridional.

15,6 La excepción de los quenitas recuerda al de Lot cuando la catástrofe de Sodoma. Sobre las reacciones amistosas de  los quenitas con los israelitas véanse Nm 10,29-32; Jue 1,16; 4,11.

15,7 * = La Muralla.

15,9 El término hebreo del exterminio sagrado es herem (de la misma raíz es árabe harén); el sustantivo y el verbo se repiten siete veces, definiendo el pasaje.

Otra vez sale el verbo "perdonar" (ahorrar, guardar, hml). ¿Y perdonar será un delito imperdonable? Es que la acción militar la ha convertido el pueblo en acto de codicia y pillaje, mientras que el rey Saúl perdona la vida al otro rey, quizá por miras políticas. ¿Y no parecen más útiles y humanas esas razones económicas y políticas? Poco se saca con destruir; pero ¿no es destruir el valor útil ofrecer un holocausto a Dios?

Dt 13, 16-18.

15,11 Véase Gn 6,7. Los gritos de Samuel parecen de súplica por el hombre que él ha ungido; como profeta cumple con el oficio de interceder, esperando quizá que a la mañana llegue el "tiempo de gracia" y Dios perdone. Pero en toda la noche no recibe el oráculo solicitado, y tiene que partir.

15,12 Se trata de una estela conmemorativa de la victoria. * = La Vega.

15,13 Saúl dice lo contrario que el Señor en el v.11: ¿es embuste, o inconsciencia?

15,15 Saúl empieza a sentirse atrapado en el interrogatorio e intenta justificarse. El exterminio sagrado era una consagración de las vidas al Señor, equivalía a un sacrificio en el contexto casi litúrgico de la guerra santa; por tanto, no tenía sentido sustraer lo consagrado para volver a sacrificarlo. Por tercera vez se usa el verbo perdonar, dejar con vida.

15,17-19 Según el esquema conocido de la denuncia profética, con elementos de interrogatorio judicial. El que ha nombrado rey a Saúl puede darle órdenes y exigirle cuentas. Un rey por la gracia de Yhwh que no obedece a Yhwh no puede apoyarse en ofrendas a Yhwh. 

15,22-23 El oráculo propone un principio general, sobre el sentido y valor de los sacrificios, que reaparece en el AT con variaciones; se puede aplicar al culto. Pueden consultarse los pasajes clásicos: Sal 50; is 1; Eclo 34-35. Del principio general fluye la sentencia condenatoria: puede haber un culto que sea apostasía, una piedad que sea rechazar al Señor.

15,24-25 Finalmente Saúl confiesa el pecado y pide perdón, como se hace en la liturgia penitencial (p. ej. Sal 51). También el Faraón dijo "he pecado", y fue en vano (Ex 9,27).

15,24 2 Sm 12,13.

15,27 El signo, que otras veces ratifica la certeza de una profecía, ahora lo provoca el mismo Saúl, en su esfuerzo desesperado por retener al hombre de Dios, y con él el favor de Dios. Es un gesto de ironía trágica. 1 Re 11,30.

15,29 Samuel parece enunciar otro principio. ¿No contradice a los versos 11 y 35? Como si Dios se arrepintiese del beneficio y no de la condena. ¿No se arrepintió para perdonar, a petición de Moisés? (Ex 32,14); y Oseas dice: "No volveré a destruir a Efraín, que soy Dios y no hombre" (Os 11,9). Samuel habla más bien del caso actual, en el que Dios ha pronunciado la sentencia final. Con todo, esta sentencia permitirá a Saúl vivir y morir como rey; lo castigará "en sus hijos", no dejando que continúen su dinastía.

15,32 Si Agag hubiera quedado con vida, acarrearía una execración al pueblo. Algunos traducen de otro modo el texto hebreo dudoso: "Se acercó alegre y dijo: Ya ha pasado la amargura de la muerte".

15,34 * = Loma.

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