jueves, 25 de enero de 2018

1 SAMUEL. CAPÍTULO 16.

SAUL Y DAVID


David, ungido rey (1 Sm 9-10)



161El Señor dijo a Samuel:

-¿Hasta cuándo vas a estar lamentándote por Saúl, si yo lo he rechazado como rey de Israel?
Llena la cuerna de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey.
2Samuel contestó:
-¿Cómo voy a ir? Si se entera Saúl, me mata.
El Señor le dijo:
-Llevas una novilla y dices que vas a hacer un sacrificio al Señor. 3Convidas a Jesé al sacrificio, y yo te indicaré lo que tienes que hacer; me ungirás al que yo te diga.
4Samuel hizo lo que le mandó el Señor. Cuando llegó a Belén, los ancianos del pueblo fueron ansiosos a su encuentro:
-¿Vienes en son de paz?
5Respondió:
-Sí, vengo a hacer un sacrificio al Señor. Purificaos y venid conmigo al sacrificio.
6Purificó a Jesé y a sus hijos y los convidó al sacrificio. Cuando llegó, vio a Eliab, y pensó:
-Seguro, el Señor tiene delante a su ungido.
7Pero el Señor le dijo:
-No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia. El Señor ve el corazón.
8Jesé llamó a Abinadab y lo hizo pasar ante Samuel, y Samuel le dijo:
-Tampoco a éste lo ha elegido el Señor.
9Jesé hizo pasar a Samá, y Samuel dijo:
-Tampoco a éste lo ha elegido el Señor.
10Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel, y Samuel le dijo:
-Tampoco a éstos los ha elegido el Señor.
11Luego preguntó a Jesé:
-¿Se acabaron los muchachos?
Jesé respondió:
-Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas.
Samuel dijo:
-Manda a por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue.
12Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo. Entonces el Señor dijo a Samuel:
-Ánda, úngelo, porque es éste. 
13Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante. Samuel emprendió la vuelta a Ramá.


David en la corte de Saúl



14El espíritu del Señor se había apartado de Saúl, y lo agitaba un mal espíritu enviado por el Señor. 15Sus cortesanos le dijeron:

-Ahora le agita un mal espíritu. 16Da una orden, y nosotros, tus siervos, buscaremos a uno que sepa tocar la cítara; cuando te sobrevenga el ataque del mal espíritu, él tocará y se te pasará. 
17Saúl ordenó:
-Buscadme un buen músico y traédmelo.
18Entonces uno de los cortesanos dijo:
-Yo conozco a un hijo de Jesé, el de Belén, que sabe tocar y es un muchacho muy valioso, buen guerrero, habla muy bien, es de buena presencia y el Señor está con él.
19Saúl mandó emisarios a Jesé con esta orden:
-Envíame a tu hijo David, el que está con el rebaño.
20Jesé tomó cinco panes, un pellejo de vino y un cabrito, y se los mandó a Saúl por medio de David. 21David llegó a palacio y se presentó a Saúl; al rey le causó muy buena impresión, y lo hizo su escudero.
22Saúl mandó este recado a Jesé:
-Que se quede David a mi servicio, porque me gusta.
23Cuando el mal espíritu atacaba a Saúl, David tomaba el arpa y tocaba. Saúl se sentía aliviado y se le pasaba el ataque del mal espíritu.


Explicación.



David es una de las grandes figuras de la historia de Israel, figura a la vez militar, política y religiosa. Es el comienzo de una nueva elección, de una institución salvadora estable; su recuerdo será terreno en que se descubra y madure la esperanza mesiánica.


Por eso David es una figura exaltada e idealizada, formada por la historia y la leyenda, por la memoria y la fantasía, sin que sea hoy posible separar con rigor sus componentes. Probablemente muy pronto se empezaron a formar tradiciones diversas de su vida y hazañas, que el autor de nuestro libro no pudo descartar ni consiguió armonizar. El David guerrero y el David músico producen dos versiones de su llegada a la corte de Saúl; el David pastor y el capitán se armonizan en etapas sucesivas.

A estos hilos narrativos, sueltos o trenzados, se fueron superponiendo nuevas variaciones o complementos, según las condiciones históricas de los sucesores y según la reflexión teológica de la escuela que elaboraba los textos ya existentes. Así encontramos un David teólogo que, en medio de la acción narrativa, revlea en sabios discursos el sentido religioso de los sucesos.

Detrás de simplificaciones de una mirada distante, por entre la ornamentación épica o lírica, se entrevé una vida azarosa que desemboca en el trono y en una dinastía estable. Ese proceso piensan los autores, ha sido asumido y dirigido por Dios para salvar a su pueblo. Por eso es legítimo enmarcar la maraña de los sucesos con dos narraciones iluminadoras: la elección inicial de Dios, incluida la unción anticipada, y la profecía de Natán refrendando la nueva monarquía. Esta manera de proyectar hacia el pasado y hacia el futuro muestran la visión superior de los autores bíblicos, su tranquila certeza al interpretar los hechos. En sus palabras se revela la salvación que se fue realizando en los hechos.

Sobre los valores artísticos de las perícopas se destaca el juego constrastado de los personajes: Saúl, antagonista indeciso y arbitrario, lentamente devorado por la envidia y la sospecha; Jonatán, dividido entre la piedad filial y la amistad. Entre tanto Samuel se retira discretamente, para que sus personajes ocupen todo el escenario. Hay que leer primero esta historia seguida, hasta la muerte de Saúl, antes de releer con atención sus episodios.

16,1-13 Es doctrina clásica que David ha sido elegido expresamente por el Señor. La primera aparición de David en el libro encaja ya en esta doctrina, gracias al recurso literario de la anticipación: la unicón, que probablemente vino a sancionar un proceso ya adelantado, se coloca en la primera juventud o adolescencia de David, en la primera página de su historia. El Señor toma la iniciativa, Samuel es el ejecutor oficial, el pueblo no cuenta. Comparémosla con la elección de Saúl: iniciativa de los israelitas, viciada desde el comienzo, aceptada por Dios como concesión tolerante. En el caso de David el Señor ha aceptado el principio monárquico y lo toma en sus propias manos. El contraste está ligeramente marcado con la presentación del primer eliminado: Eliab era de buena apariencia y gran estatura -como Saúl-, por dentro no era como el Señor quería -también como Saúl-.

En el descubrimiento del elegido, el autor utiliza el conocido motivo del hermano menor que se antepone a sus hermanos, tan común en el folclore. En el desarrollo emplea una variante de la articulación conocida: una serie de tres, el resto hasta siete, el último. Al mismo género narrativo pertenece la frase repetida como un estribillo.

16,1 Los verbos rechazar y elegir (m´s y bhr) se oponen: en 10,24 Samuel ha dicho que el Señor eligió a Saúl, en otras dos ocasiones dice que ha sido el pueblo. En este primer verso se emplea el verbo r´h ver, fijarse en, elegir. Toda la historia dramática que se va a contar está concentrada en esa simple oposición, ofrecida como palabra inicial y activa de Dios. Al lector se le da como clave de lectura teológica; ¿cuándo lo llegó a comprender Samuel?

La función profética de ungir reyes se prolongará en otros, como Ajías de Siló y Eliseo. Sal 89,21.

16,2 Belén poseía su santuario y su altar, antes de la centralización del culto. La objeción del profeta indica que ya Saúl sospechaba; el hecho es posterior.

16,3 El procedimiento de decir las cosas a medias, para no descubrirlo todo desde el principio, es común en la narración bíblica (Gn 12 y 22, Abrahán; Nm 22, Balaán). Tiene función narrativa y además reserva la iniciativa a Dios, que se declara por etapas.

16,4 El viaje a Belén no desdice del juez itinerante que conocemos por 7,16, aunque Belén quede algo lejos de la ciudad (unos 50 kilómetros). El término "ansiosos" es fuerte, algo más que un simple temor reverencial. Implica que el profeta podía venir a denunciar y condenar con la palabra eficaz.

16,5 La purificación incluía ritos de continencia y lavatorios para conseguir la pureza cúltica (Lv 7,19). El sacrificio, pretexto frente a Saúl, se va a convertir en marco litúrgico de la elección.

16,6 Los dos primeros nombres significan: "Mi dios es padre", "mi padre es príncipe" (no tiene el componente -Ya, Yo- de Yahvé).

16,7 Juega con el verbo ver (= elegir) del v.1: Dios "se ha fijado en uno", Samuel se fija en otro, -"apariencia" se forma de la misma raíz-. Compárese la oposición con la de Is 55,8.

16,11 Narrativamente está muy marcada la separación de David. Su oficio pastoril es un dato importante de la tradición (por ejemplo: Sal 78,70-72). Sin él no se celebrará el banquete sacrificial.

16,12 Se diría que el narrador se está fijando en las apariencias. La belleza de David puede pertenecer, al menos en parte, a la figura idealizada del monarca; es fácil que tenga fundamento histórico. En todo caso, es de notar que en Saúl y Eliab resaltaba la corpulencia, la robustez, en David la belleza; (Goliat las considera incompatibles: capítulo 17).

16,12-13 La elección es estable: el espíritu, que irrumpe ocasionalmente en los jueces, se queda en David. Además, este "espíritu" cumple una función narrativa secundaria, en contraste con el "mal espíritu" de Saúl (v.4).

16,14-23 Lo que ha anunciado Samuel en 15,18 se empieza a cumplir: el espíritu ha penetrado en David y ha abandonado a Saúl. El paso del espíritu del Señor y la venida del mal espíritu son el puente narrativo para realizar el primer encuentro de David con Saúl; es decir, el primero según una de las versiones, la pacífica. El puente no puede anular ni disimular la discrepancia entre las tres perícopas iniciales: la unción de David (16,1-13), David cantor (14-23), el vencedor de Goliat (17).

16,14 En términos psicológicos, ese "espíritu malo" es un primer ataque o síntoma del mal que aquejará en adelante a Saúl, y que irá creciendo: fuertes depresiones y ataques violentos de ira (maníaco depresivo).

16,16 Es interesante leer en un texto tan antiguo un testimonio sobre el valor terapéutico de la música, capaz de serenar el ánimo, con poder sobre los malos espíritus. Sobre el uso de la música para profetizar, véase 2 Re 3,13.

16,17 La figura de David músico está muy arraigada en la tradición, especialmente en la tradición cúltica de las Crónicas.

16,18 Al narrador le parece poco esta habilidad musical, y por boca de un criado pronuncia el elogio complexivo del joven: aspecto físico, valor militar, temperamento artístico, protección del Señor. El joven músico es un ideal humano en la boca del siervo; históricamente es innegable que David poseyó un atractivo humano extraordinario. Lo de hablar muy bien, puede referirse a cualidades de narrador de historias, cosa que se podía hacer con acompañamiento musical.

16,21 "Escudero" es en rigor un cargo militar; pero no lo veremos salir juntos a la guerra; no sabemos si era cargo puramente honorífico en la corte. El ascenso rápido de David es todo obra de Saúl.

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