jueves, 25 de enero de 2018

1 SAMUEL. CAPÍTULO 18.

Envidia de Saúl

181Cuando David acabó de hablar con Saúl, Jonatán se encariñó con David; lo quiso como a sí mismo. 2Saúl retuvo entonces a David y no lo dejó volver a casa de su padre. 3Jonatán y David hicieron un pacto, porque Jonatán lo quería como a sí mismo; 4se quitó el manto que llevaba y se lo dio a David, y también su ropa, la espada, el arco y el cinto. 5David tenía tal éxito en todas las incursiones que le encargaba Saúl, que el rey lo puso al frente de los soldados, y cayó bien entre la tropa, e incluso entre los ministros de Saúl.
6Cuando volvieron de la guerra, después de haber matado David al filisteo, las mujeres de todas las poblaciones de Israel salieron a cantar y recibir con bailes al rey Saúl, al son alegre de panderos y sonajas. 7Y cantaban a coro esta copla:
<<Saúl mató a mil,
David a diez mil>>
8A Saúl le sentó mal aquella copla, y comentó enfurecido:
-¡Diez mil a David y a mí mil! ¡Ya sólo le falta ser rey!
9Y a partir de aquel día Saúl le tomó ojeriza a David.
10Al día siguiente le vino a Saúl el ataque de mal espíritu, y andaba frenético por palacio, mientras David tocaba el arpa como de costumbre. 11Saúl llevaba la lanza en el manto y la arrojó, intentando clavar a David en la pared, pero David la esquivó dos veces.
12A Saúl le entró miedo de David, porque el Señor estaba con él y se había apartado de Saúl. 13Entonces alejó a David nombrándolo comandante, y hacía expediciones al frente de las tropas. 14Y todas sus campañas le salían bien, porque el Señor estaba con él.
15Saúl vio que a David le salían las cosas muy bien, y le entró pánico. 16Todo Israel y Judá querían a David, porque los guiaba en sus expediciones.

David, yerno de Saúl

17Una vez dijo Saúl a David:
-Mira, te doy por esposa a mi hija mayor, Merab, a condición de que te portes como un valiente y pelees las batallas del Señor.
Porque pensó:
<<Es mejor que lo maten los filisteos y no yo>>.
18David respondió:
-¿Quién soy yo y quiénes mis hermanos -la familia de mi padre- en Israel para llegar a yerno del rey?
19Pero cuando llegó el momento de entregarle a David por esposa a Merab, hija de Saúl, se la dieron a Adriel, el de Mejolá*. 20Mical, hija de Saúl, estaba enamorada de David. Se lo comunicaron a Saúl y le pareció bien, 21porque calculó:
-Se la daré como cebo, para que caiga en poder de los filisteos.
Y renovó su propuesta a David:
-Hoy puedes ser mi yerno.
22Luego dijo a sus ministros:
-Hablad a David confidencialmente: <<Mira, el rey te aprecia y todos sus  ministros te quieren; acepta ser yerno suyo>>. 23Los ministros de Saúl insinuaron esto a David, y él respondió:
-¡Pues no es nada ser yerno del rey! Yo soy un plebeyo sin medios.
24Los ministros comunicaron a Saúl lo que había respondido David, 25y Saúl les dijo:
-Habladle así: <<Al rey no le interesa el dinero; se contenta con cien prepucios de filisteos, como venganza contra sus enemigos>>. (Pensando que haría caer a David en poder de los filisteos).
26Entonces los ministros de Saúl comunicaron a David esta propuesta, y le pareció una condición justa para ser yerno del rey.
27Y no había expirado el plazo, cuando David emprendió la marcha con su gente, mató a doscientos filisteos y llevó al rey el número completo de prepucios, para que lo aceptara como yerno. Entonces Saúl le dio a su hija Mical por esposa.
28Saúl cayó en la cuenta de que el Señor estaba con David y de que su hija Mical estaba enamorada de él. 29Así creció el miedo que tenía a David, y fue su enemigo de por vida. 30Los generales filisteos salían a hacer incursiones, y siempre que salían, David tenía más éxito que los oficiales de Saúl. Su nombre se hizo muy famoso.

Explicación.

18 Este capítulo reúne noticias y episodios diversos ligados por dos temas contrapuestos: el éxito creciente de David y el temor creciente de Saúl. La oposición produce un movimiento dialéctico, porque precisamente el temor de Saúl provoca el éxito de David y viceversa. Unidad artística y simplificada de un proceso.

El éxito de David es general y rápido: el hijo del rey se encariña con él, la hija del rey se enamora de él, cae bien en la tropa, lo estiman los ministros, lo quieren Judá e Israel; triunfa en la guerra, escapa de un atentado; finalmente, el Señor está con él. Por su parte Saúl, a raíz del triunfo sobre Goliat, se irrita, después teme, siente pánico, atenta contra su vida, se vuelve enemigo permanente suyo. Así es muy pronto David amado de todos y odiado del rey (´oheb ´oyeb). Y en la actitud frente a él deciden los otros su suerte.

No es este capítulo modelo de imparcialidad. Por algo temía Saúl: el principio monárquico era reciente en Israel y el principio dinástico aún no había cuajado; si Saúl había sido aceptado por sus victorias militares, ahora había otro que lo ganaba en ese terreno; el pueblo podía muy bien elegirse otro monarca. Además Saúl ya había tomado posición contra él. A estas razones objetivas se unió el proceso patológico que sufrió el rey.

18,1-3 Jonatán se siente atraído por David y se liga con el vínculo de la "camaredería" en sentido antiguo: unión con compromisos mutuos que sella el cambio ritual de traje y armas (de la que hay ejemplos en la literatura clásica). Amistad reglamentada de compañeros de armas: ha quedado atrás el David pastor.

18,3 Prov 17,17.

18,5 El verso resume un proceso de ascenso militar que pudo ser rápido. En el verso siguiente remontamos a hechos anteriores.

18,6 Sobre esa costumbre véanse Ex 15 (María), Jue 11,34 (la hija de Jefté).

18,10 En hebreo está muy marcado el contraste: la cítara en mano de David, la lanza en mano de Saúl. Un episodio semejante en 19,9ss. Con frecuencia veremos a Saúl con su lanza: 20,24; 26,7; 2 Sm 1,6.

18,11 "Arrojó", o bien blandió en gesto amenazador, que David comprende. "El Señor se aparta de Saúl", Saúl "aparta de sí" a David: va agravando su soledad. 1 Sm 19,9s.

18,16 1 Sm 8,20.

18,17-27 El episodio del matrimonio con la hija del rey sigue el esquema de las doshermanas, la mayor y la menor (recuérdense Lía y Raquel, Sansón). En ambos casos, según el narrador, Saúl utiliza a su hija para deshacerse de David, con perversa crueldad para con ambos.

El rey había prometido "su hija" (17,25: suponemos que es la mayor), ahora se la debe por la victoria sobre el filisteo; la nueva exigencia es ya una primera negativa.

18,18 La respuesta de David, más que una excusa para no aceptar, es un modo cortés y modesto de aceptar, exaltando la calidad de la oferta. Así resulta de lo que sigue.

18,19 * = Bailén.

18,23 Eclo 13,2-7.

18,25 El precio significa la muerte atestiguada de cien filisteos. Tiene especial valor aplicado a los "incircuncisos" filisteos; otros pueblos cortaban a los caídos el miembro viril.

18,28 La asistencia del Señor a David provoca en Saúl un miedo sacro, que no logra racionalizar y desemboca en hostilidad. Entra el rey en una situación ambigua, entre los impulsos agresivos y el terror insuperable.

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