jueves, 25 de enero de 2018

1 SAMUEL. CAPÍTULO 28.

281Por entonces los filisteos concentraron sus tropas para salir a la guerra contra Israel. Aquís dijo a David:
-Te comunico que tú y tus hombres tenéis que ir conmigo al frente.
2David le respondió:
-De acuerdo. Verás como se porta un vasallo tuyo.
Aquís le dijo:
-Muy bien. Te nombro de mi guardia personal para siempre.

Saúl y el nigromante (Eclo 46, 20; Dt 18, 10s)

3Samuel había muerto; todo Israel asistió a los funerales, y lo habían enterrado en Ramá, su pueblo. Por otra parte, Saúl había desterrado a nigromantes y adivinos.
4Los filisteos se concentraron y fueron a acampar en Sunán. Saúl concentró a todo Israel y acamparon en Gelboé. 5Pero al ver el campamento filisteo, Saúl temió y se echó a temblar. 6Consultó al Señor, pero el Señor no le respondió, ni por sueños, ni por suertes, ni por profetas. 7Entonces Saúl dijo a sus ministros:
-Buscadme una nigromante para ir a consultarla.
Le dijeron:
-Precisamente hay una en Endor.
8Saúl se disfrazó con ropa ajena; marchó con dos hombres, llegaron de noche donde la mujer, y le pidió:
-Adivíname el porvenir evocando a los muertos y haz que se me aparezca el que yo te diga.
9La mujer le dijo:
-Ya sabes lo que ha hecho Saúl, que ha desterrado a los nigromantes y adivinos. ¿Por qué me armas una trampa para luego matarme?
10Pero Saúl le juró por el Señor:
-¡Vive Dios, no te castigarán por esto!
11Entonces la mujer preguntó:
-¿Quién quieres que se te aparezca?
Saúl dijo:
-Evócame a Samuel.
12Cuando la mujer vio aparecer a Samuel, lanzó un grito y dijo a Saúl:
-¿Por qué me has engañado?
¡Tú eres Saúl!
13El rey le dijo:
-No temas. ¿Qué ves?
Respondió:
-Un espíritu que sube de lo hondo de la tierra.
14Saúl le preguntó:
-¿Qué aspecto tiene?
Respondió:
-El de un anciano que sube, envuelto en un manto.
Saúl comprendió entonces que era Samuel, y se inclinó rostro en tierra, prosternándose.
15Samuel le dijo:
-¿Por qué me has evocado, turbando mi reposo?
Saúl respondió:
-Estoy en una situación desesperada: los filisteos me hacen la guerra, y Dios se me ha alejado y ya no me responde ni por profetas ni en sueños. Por eso te he llamado, para que me digas qué debo hacer.
16Pero Samuel le dijo:
-Si el Señor se te ha alejado y se ha hecho enemigo tuyo, ¿por qué me preguntas a mí? 17El Señor ha ejecutado lo que te anunció por mi medio: ha arrancado el reino de tus manos y se lo ha dado a otro, a David. 18Por no haber obedecido al Señor, por no haber ejecutado su condena contra Amalec, por eso ahora el Señor ejecuta esa condena contra ti. 19Y también a Israel lo entregará el Señor contigo a los filisteos; mañana, tú y tus hijos estaréis conmigo, y al ejército de Israel lo entregará el Señor en poder de los filisteos.
20De repente, Saúl se desplomó cuan largo era, espantado por lo que había dicho Samuel. Estaba desfallecido, porque en todo el día y toda la noche no había comido nada. 21La mujer se le acercó, y al verlo aterrado le dijo:
-Esta servidora tuya te obedeció, y se jugó la vida para hacer lo que pedías; 22ahora obedece tú también a tu servidora: voy a traerte algún alimento, como y recobra las fuerzas necesarias para ponerte en camino.
23Él lo rehusaba:
-¡No quiero!
Pero sus oficiales y la mujer le porfiaron, y les obedeció. Se incorporó y se sentó en la estera.
24La mujer tenía un novillo cebado. Lo degolló en seguida, tomó harina, amasó y coció unos panes. 25Se los sirvió a Saúl y sus oficiales. Comieron y se pusieron en camino aquella misma noche.

Explicación.

28,1-3 El comienzo del capítulo 28 nos presenta una nueva ruptura de hostilidades; la noticia continúa en el capítulo 29. En cambio, el resto del capítulo supone la campaña muy avanzada, a favor de los filisteos. La respuesta de David es ambigua. Suena a obediencia en el verbo, pero no dice el complemento.

28,4-24 La historia de Saúl es una tragedia: al empezar el último acto de su vida, una escena misteriosa y sombría derrama el presentimiento hasta hacerlo certeza inevitable.

Saúl surgió para salvar a Israel de los filisteos: va a acabar pronto en manos de los filisteos, arrastrando consigo a Israel. El que lo ungió rey, el que pronunció su primera condena, le habla ahora desde la tumba conminándole la próxima ejecución de la sentencia. Saúl, consciente de su condena y de la próxima ejecución, camina valientemente hacia su propia muerte. El que sea culpable no resta intensidad y grandeza a su figura trágica; elq ue el autor esté contra él, no le impide presentarlo en muerte como héroe extraordinario.

La voz de la tumba. Los magos burlados en Egipto, el adivino Balaán convertido en profeta, la legislación recogida en Dt 18 nos dan la pista: en Israel no habrá agoreros ni adivinos ni magos; les basta la palabra de Dios, para guiarse por la historia, para confundir a los magos extranjeros. Y cuando la palabra del Señor enmudece, ¿qué hacer? Isaías responde: "esperar" (Is 8,16-20), y se burla de los que consultan a los muertos los asuntos de los vivos.

La mudez de Dios significa realmente que ha abandonado a Saúl, que la última palabra de Dios para Saúl ha sido una sentencia condenatoria; y no hay más que añadir. El silencio es ya castigo, comienza el castigo final. Pero Saúl no le resiste en vida, y en su desesperación va a escuchar la voz de los muertos. Que va a resultar la voz de la muerte, que lo convoca. Llama, evoca a Samuel, el juez a quien ha sucedido, el profeta que lo ha ungido, el que ha llorado por su desgracia. Al reino de la muerte alcanza el poder del Señor, y la voz del muerto será por última vez palabra del Señor: denuncia y condena.

¡Qué rápido viaje descendiendo! Disfrazada su figura, en la noche encubridora, al escondrijo de la nigromante, al reino de la muerte. La caída de Saúl "cuan largo era" (recordemos su estatura prócer) está ensayando la próxima caída final.

Al final le queda un viaje corto: también él necesita comer y cobrar fuerzas. Con esta comida vuelve al reino de los vivos, para representar lo poco que le queda de su papel.

28,8 Son casi tres horas de camino, en gran parte cuesta abajo. Isd 8,20.

28,16 Preguntar es en hebreo sh´l, que alude al nombre de Saúl.

28,17 Recuerda 15,28 añadiendo el nombre del nuevo elegido.

28,19 Como Israel se ligó a Saúl pidiendo un rey que lo salvase de los filisteos, así ahora seguirá la suerte de ese rey, cayendo con él en manos de los filisteos. Esto implica aquí la mención de Israel.

28,24-25 Según costumbre, el autor precipita el desenlace con la rápida sucesión de verbos.

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