jueves, 25 de enero de 2018

1 SAMUEL. CAPÍTULO 3.

Vocación de Samuel (Is 6; Jr 1) 

31El niño Samuel oficiaba ante el Señor con Elí. La palabra del Señor era rara en aquel tiempo y no abundaban las visiones. 2Un día Elí estaba acostado en su habitación. Sus ojos empezaban a apagarse y no podía ver. 3Aún no se había apagado la lámpara de Dios, y Samuel estaba acostado en el santuario del Señor, donde estaba el 4arca de Dios. El Señor llamó:
-¡Samuel, Samuel!
Y éste respondió:
-¡Aquí estoy!
5Fue corriendo adonde estaba Elí, y le dijo:
-Aquí estoy; vengo porque me has llamado.
Elí respondió:
-No te he llamado, vuelve a acostarte.
6Samuel fue a acostarse, y el Señor lo llamó otra vez. Samuel se levantó, fue a donde estaba Elí, y le dijo.
-Aquí estoy; vengo porque me has llamado.
Elí respondió:
-No te he llamado, hijo; vuelve a acostarte.
7(Samuel no conocía todavía al Señor; aún no se le había revelado la palabra del Señor).
8El Señor volvió a llamar por tercera vez. Samuel se levantó y fue a donde estaba Elí, y le dijo:
-Aquí estoy, vengo porque me has llamado.
Elí comprendió entonces que era el Señor quien llamaba al niño, 9y le dijo:
-Anda, acuéstate. Y si te llama alguien, dices: <<Habla, Señor, que tu siervo escucha>>.
10Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y lo llamó como antes:
-¡Samuel, Samuel!
Samuel respondió:
-Habla, que tu siervo escucha.
11Y el Señor le dijo:
-Mira, voy a hacer una cosa en Israel, que a los que la oigan les retumbarán los oídos. 12Aquel día ejecutaré contra Elí y su familia todo lo que había anunciado sin que falte nada. 13Comunícale que condeno a su familia definitivamente, porque él sabía que sus hijos maldecían a Dios y no les reprendió. 14Por eso juro a la familia de Elí que jamás se expiará su pecado, ni con sacrificios ni con ofrendas.
15Samuel siguió acostado hasta la mañana siguiente, y entonces abrió las puertas del santuario. 16No se atrevía a contarle a Elí la visión, pero Elí lo llamó:
-Samuel, hijo.
Respondió:
-Aquí estoy.
17Elí le preguntó:
-¿Qué es lo que te ha dicho?
No me lo ocultes. Que el Señor te castigue si me ocultas una palabra de todo lo que te ha dicho.
18Entonces Samuel le contó todo, sin ocultarle nada. Elí comentó:
-¡Es el Señor! Que haga lo que le parezca bien.
19Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse, 20y todo Israel, desde Dan hasta Berseba, supo que Samuel era profeta acreditado ante el Señor. 21El Señor siguió manifestándose en Siló, donde se había revelado a Samuel.

Explicación.

3 Aunque el capítulo cuenta la vocación profética de Samuel, su protagonista es la palabra de Dios. Aparece negativamente en el v.1, otra vez en relación con Samuel en el v. 7 "aún no"; al final del capítulo ha penetrado plenamente en la historia. Samuel será su mediador: la misma palabra se crea este instrumento humano con su llamada. La triple voz nocturna, además de ser un recurso narrativo popular, ilumina un contraste: hasta ahora Samuel ha estado a las órdenes de Elí, ha escuchado su voz; en adelante escuchará la voz del Señor, para cumplir y transmitir sus órdenes.

3,1 Visión y palabra pueden ser dos formas o dos componentes del saber profético: Am 7; Jr 1; etc. El profeta, hombre de la palabra, se llamaba en otro tiempo "vidente".

3,2-3 No pudiendo encargarse de la vigilancia, el viejo Elí duerme en uno de los anejos, el joven Samuel duerme en el recinto propiamente dicho (tienda o edificio). El candelabro de que habla Ex 25,31-40; 27,21, era quizá desarrollo de una institución más antigua.

3,4 Esta primera llamada equivale a una vocación, como Ex 3,4, aunque no incluya todos los elementos de una vocación profética.

3,7 Samuel todavía no tiene trato personal, familiar, con el Señor, como lo tienen los profetas (Am 3); la palabra no se le ha revelado o manifestado personalmente, porque hace falta una actualización con la fuerza del Espíritu para que el hombre capte esa palabra en su carácter único de palabra de Dios.

3,10 El presentarse el Señor sería una visión (Job 4,16; visión de Elifaz): v. 15.

3,11 Con la vocación coincide el primer oráculo, o bien éste da ocasión a la llamada. Es una sentencia pronuncia contra Elí por el pecado de sus hijos y por su negligencia o tolerancia. El castigo será terrible escarmiento para cuantos se enteren, se extenderá a toda la familia y sucesión, será inevitable. Como ha precedido la síntesis de 2,27-36, el oráculo presente no contiene datos concretos: es posible que el autor del libro haya sustraído datos al oráculo de Samuel para componer su oráculo; resumen puesto en boca de un profeta anónimo.

3,14 Los sacrificios tienen valor expiatorio cuando el Señor los acepta; es decir, su validez consiste en la aceptación divina. Los mismos culpables han atentado contra la institución sacrificial. Sobre la fórmula véase Is 22,14; 27,9.

3,16-18 La llamada de Elí es como un eco de la llamada del Señor: como en ésta dominaba el verbo llamar, aquí domina la raíz hablar-palabra; desde aquí su dominio se difunde a todo el capítulo. Así el llamar y hablar del Señor forman la sustancia narrativa de este pasaje: llamada que produce respuesta, y palabra que se cumplirá.

3,19-21 Al final el oficio profético de Samuel está afirmado: el Señor está con él (Jr 1), sus palabras son del Señor (también en hebreo es ambiguo el posesivo sus), el pueblo lo reconoce como tal. Israel está descrito según los límites del reino unido bajo David.

Los versos resumen globalmente toda una etapa, pues por cierto tiempo Samuel desaparece del escenario en el que va a actuar su palabra profética.

3,20 Jue 20,1.

3,21 La revelación del Señor hace eco al v. 7, convirtiendo el hecho en línea divisoria: antes no, ahora sí. Al final del verso añaden algunas traducciones antiguas: "Elí estaba muy viejo y sus hijos seguían empeorando su conducta ante el Señor."

En estos tres primeros capítulos la presencia del Señor es envolvente, casi absorbente; en adelante tomarán cuerpo los acontecimientos humanos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario