jueves, 25 de enero de 2018

1 SAMUEL. CAPÍTULO 30.

David en Sicelag (Gn 14,1-17)

301Para cuando David y su gente llegaron a Sicelag, al tercer día, los amalecitas habían hecho una incursión por el Negueb y Sicelag, habían asaltado Sicelag y la habían incendiado. 2Sin matar a nadie, se llevaron cautivos a las mujeres y los vecinos, chicos y grandes, y arreando los rebaños se volvieron por su camino. 3David y sus hombres llegaron al pueblo y se lo encontraron incendiado y sus mujeres y sus hijos llevados cautivos. 4Gritaron y lloraron hasta no poder más. 5Las dos mujeres de David, Ajinoán, la yezraleita, y Abigail, la esposa de Nabal, el de Carmel*, también habían caído prisioneras. 6David se encontró en un gran apuro, porque la tropa, afligida por sus hijos e hijas, hablaba de apedrearlo. Pero confortado por el Señor, su Dios, 7ordenó al sacerdote Abiatar:
-Acércame el efod.
8Abiatar se lo acercó, y David consultó al Señor:
-¿Persigo a esa banda? ¿Los alcanzaré?
El Señor le respondió:
-Persíguelos. Los alcanzarás y recuperarás lo robado.
9Entonces David marchó con sus seiscientos hombres; pero al llegar a la vaguada de Besor, se quedaron doscientos, demasiado cansados para pasar la vaguada, 10y David continuó la persecución con cuatrocientos hombres. 11Encontraron a un egipcio en el campo y se lo llevaron a David; 12le dieron pan para comer y agua para beber y un poco de pan de higos, más dos racimos de pasas; con la comida recobró las fuerzas, porque llevaba tres días y tres noches sin comer ni beber. 13David le preguntó:
-¿De quién eres y de dónde vienes?
El muchacho egipcio respondió:
-Soy esclavo de un amalecita; mi amo me abandonó porque me puse malo hace tres días. 14Habíamos hecho una incursión por la parte sur de los quereteos, de Judá y de Caleb, e incendiamos Sicelag.
15David le dijo:
-¿Puedes guiarme hasta esa banda?
El muchacho respondió:
-Si me juras por Dios que no me matarás ni me entregarás a mi amo, yo te guiaré hasta esa banda.
16Los guió. Los encontraron desparramados por todo el campo, banqueteando y festejando el rico botín cobrado en el país filisteo y en Judá. 17David los estuvo machacando desde el amanecer hasta la tarde. Los exterminó sin que se escapara nadie, fuera de cuatrocientos muchachos que huyeron a lomo de camello. 18David recobró todo lo que le habían robado los amalecitas, incluidas sus dos mujeres. 19No le faltó nada, ni chico ni grande, hijos o hijas; David recuperó todo lo que les habían robado. 20Agarraron todas las ovejas y bueyes, y los bueyes se los presentaron a David, diciendo:
-Esta es la parte que le toca a David.
21Después volvió David a donde estaban los doscientos hombres que, demasiado cansados para seguirlo, se habían quedado en la vaguada de Besor. Salieron a recibir a David y a su gente, y cuando llegaron, los saludaron. 22Pero entre los hombres de David, algunos mezquinos dijeron:
-Por no haber venido con nosotros, no les damos el botín recuperado, sino sólo su mujer y sus hijos a cada uno; que los tomen y se marchen.
23Pero David dijo:
-No hagáis eso, camaradas, después que el Señor nos ha dado la victoria, nos ha protegido y nos ha entregado esa banda que nos había atacado. 24En eso nadie estará de acuerdo con vosotros, 
<<porque tocan a partes iguales 
el que baja al campo de batalla
y el que queda
guardando el bagaje>>.
25Aquel día David estableció esta norma para Israel, y ha estado en vigor hasta hoy.
26Cuando entró en Sicelag. David mandó parte del botín a los concejales de Judá y a sus amigos; 27los concejales de Betul, los de Ramá del Sur, los de Yatir, 28los de Aroer, los de Sifemot, los de Estemó, 29los de Carmel, los de las ciudades de Yerajmeel, 30a los de Jormá* y a los de Bor Asán*, a los de Atac, 31a los de Hebrón y a los de todas las localidades por donde anduvo David con su gente, 26by lo acompañó con estas palabras:
-Aquí tenéis un obsequio del botín cobrado a los enemigos del Señor.*

Explicación.

30,1 Ya hemos encontrado a los amalecitas en tiempos de Moisés (Ex 17), y frente a Gedeón (Jue 6-7): Saúl los había derrotado (cap. 15). Al enterarse de la campaña en forma de los filisteos, quizá en la época tradicional de la primavera, pagan a David sus incursiones, sólo que respetando las vidas. La técnica de las razzias es normal en pueblos que no pretenden conquistar ciudades ni hacerse sedentarios: saqueo e incendio son a la vez venganza y provecho.

La lógica de los sucesos es perfecta. En la composición general del libro resulta un paralelismo: mientras que Saúl pelea con los filisteos, y es derrotado, David contrataca a los amalecitas y los derrota. Al norte y al sur se deciden los destinos de Israel y de sus jefes históricos.

30,3-6 La primera escena nos ofrece el descubrimiento: al principio, de modo general, con el llanto de todos, después concentrándose en David. El esquema apuro-liberación es clásico en los salmos de súplica y acción de gracias; entre los dos verbos el autor puede suponer una oración de David o un oráculo del sacerdote. En este puesto cabría cómodamente un salmo, pero el autor no pierde el hilo narrativo.

30,5 * = La Vega.

30,6 Nm 14,10.

30,7-8 Confortado por Dios, David ya ha decidido no aceptar los hechos como cosa irremediable; el oráculo sirve para confirmar el plan de ataque rápido. El estilo del oráculo es categórico y muy marcado en el sonido.

30,9 1 Sm 25,13.

30,14 Los quereteos son probablemente grupos filisteos; David los tomará más tarde a su servicio. La tribu de Caleb está asentada en la región de Hebrón.

30,17 El narrador parece suponer que David ha caído sobre ellos de madrugada, es decir, que los encontró banqueteando de noche y los dejó dormir parte de la borrachera. El autor se complace en sugerir la multitud del enemigo: hace falta un día entero para destruirlo, se salvan sólo cuatrocientos jóvenes en camellos, que es un número enorme.

30,20 Corrigiendo el texto hebreo, que no hace sentido.

30,23 Nm 31,25.

30,21-25 Algo semejante se cuenta en Nm 31,25-31 sobre una guerra santa contra Madián; también aquel incidente tiene valor normativo, aunque no se dice expresamente.

30,23 La declaración de David tiene algo de sentencia motivada, estableciendo derecho consuetudinario, y el motivo es teológico. El botín es don de Dios y como tal se ha de distribuir entre todos; así todos se alegrarán por igual de la victoria. La sentencia tiene ritmo de proverbio, fácil de retener en la memoria.

30,26-31 El epílogo ensancha el alcance de esta última campaña de David: ha sido una guerra santa, contra los enemigos del Señor, ha sido una victoria para todos los amigos de David en una gran extensión, dentro del territorio de Judá. La lista repite varios nombres de Jos 15; Hebrón es la ciudad más septentrional. Con esta lista el autor está preparando de cerca la coronación de David en Hebrón.

El capítulo tiene puntos de contacto con Gn 14: el robo de personas y posesiones, la persecución y liberación, el reparto del botín, los obsequios; aunque cambian las relaciones entre los personajes. Como no podemos datar Gn 14, no podemos decir si hay mutua influencia. tal como leemos la Biblia hoy, el parentesco es llamativo, y nos hace pensar en una dimensión "patriarcal" de David; incluso su presencia en Hebrón -como veremos- recuerda al gran patriarca Abrahán.

30,26b * después de v. 30.

30,30 * = Exterminio; Pozodehmo.

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