jueves, 25 de enero de 2018

1 SAMUEL. CAPÍTULO 9.

SAMUEL Y SAÚL 


91Había un hombre de Guibeá* de Benjamín llamado Quis, hijo de Abiel, de Seror, de Becorá, de Afij, benjaminita, de buena posición. 2Tenía un hijo que se llamaba Saúl, un mozo bien plantado; era el israelita más alto: sobresalía por encima de todos, de los hombros arriba. 3A su padre, Quis, se le habían extraviado unas burras, y dijo a su hijo Saúl:

-Llévatae a uno de los criados y vete a buscar las burras.
4Cruzaron la serranía de Efraín y atravesaron la comarca de Salisá, pero no las encontraron. Atravesaron la comarca de Saalín, y nada. Atravesaron la comarca de Benjamín, y tampoco. 
5Cuando llegaron a la comarca de Suf, Saúl dijo al criado que iba con él:
-Vamos a volvernos, no sea que mi padre prescinda de las burras y empiece a preocuparse por nosotros.
6Pero el criado repuso:
-Precisamente en ese pueblo hay un hombre de Dios de gran fama; lo que él dice sucede sin falta. Vamos allá. A lo mejor nos orienta sobre lo que andamos buscando.
7Saúl replicó:
-Y si vamos, ¿qué le llevamos a ese hombre? Porque no nos queda pan en las alforjas y no tenemos nada que llevarle a ese profeta. ¿Qué nos queda?
8El criado respondió:
-Tengo aquí dos gramos y medio de plata; se los daré al profeta y nos orientará*.
10Saúl comentó:
-Muy bien. ¡Hala vamos!
11Y caminaron hacia el pueblo en donde estaba el profeta. Según subían por la cuesta del pueblo, encontraron a unas muchachas que salían a por agua; les preguntaron:
-¿Vive aquí el vidente?
9(En Israel, antiguamente, el que iba a consultar a Dios, de´cia así: <<¡Vamos al vidente!>>, porque antes se llamaba vidente al que hoy llamamos profeta).
12Ellas contestaron:
Sí; se te ha adelantado. Precisamente hoy ha llegado al pueblo, porque el pueblo celebra hoy un sacrificio en el altozano. 13Si entráis en el pueblo, lo encontraréis antes de que suba al altozano para el banquete; porque no se pondrán a comer hasta que él llegue, pues a él le corresponde bendecir el sacrificio, y luego comen los convidados. Subid ahora, que haora precisamente lo encontraréis.
14Subieron al pueblo. Y justamente cuando entraban en el pueblo, se encontró con ellos Samuel según salía para subir al altozano.
15El día antes de llegar Saúl, el Señor había revelado a Samuel:
16-Mañana te enviaré un hombre de la región de Benjamín, para que lo unjas como jefe de mi pueblo, Israel, y libre a mi pueblo de la dominación filistea; porque he visto la aflicción de mi pueblo, sus gritos han llegado hasta mí.
17Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le avisó:
-Ese es el hombre de quien te hablé; ése regirá a mi pueblo.
18Saúl se acercó a Samuel en medio de la entrada y le dijo:
-Haz el favor de decirme dónde está la casa del vidente.
19Samuel le respondió:
-Yo soy el vidente. Sube delante de mí al altozano; hoy coméis conmigo y mañana te dejaré marchar y te diré todo lo que piensas. 20Por las burras que se te perdieron hace tres días no te preocupes, que ya aparecieron. Además ¿por quíén suspira todo Israel? Por ti y por la familia de tu padre.
21Saúl respondió:
-¡Si yo soy de Benjamín, la menor de las tribus de Israel! Y de todas las familias de Benjamín, mi familia es la menos importante ¿Por qué me dices eso?
22Entonces Samuel tomó a Saúl y a su criado, los metió en el comedor y los puso en la presidencia de los convidados, unas treinta personas. 23Luego dijo al cocinero:
-Trae la raci´n que te encargué, la que te dije que apartases.
24El cocinero sacó el pernil y la cola, y se lo sirvió a Saúl. Samuel dijo:
-Ahí tienes lo que te reservaron; come, que te lo han guardado para esta ocasión, para que lo comas con los convidados.
25Así, pues, Saúl comió aquel día con Samuel. Después bajaron del altozano hasta el pueblo, prepararon la cama a Saúl en la azotea y se acostó.

Unción de Saúl

26Al despuntar el sol, Samuel fue a la azotea a llamarlo:
-Levántate, que te despida.
27Saúl se levantó, y los dos, él y Samuel, salieron de casa. Cuando habían bajado hasta las afueras, Samuel le dijo:
-Dile al criado que vaya delante; tú párate un momento y te comunicaré la palabra de Dios.

Explicación.

9 El relato de la elección y unción de Saúl nos traslada a un mundo de sencillez y viveza aldeana, en fuerte contraste con las deliberaciones formales del capítulo precedente. las borricas perdidas, el estipendio para el profeta, las aguadoras, el pernil en el banquete, la estera en la azotea, definen la tonalidad de la narración.

En este mundo destaca la figura corpulenta, ingenuamente ignorante, de Saúl, y el saber milagroso de Samuel, que le permite adelantarse a los hechos y pronunciar palabras enigmáticas.

El argumento parece desenvolverse casualmente, a fuerza de coincidencias; pero lo fortuito humano encaja en un plan de Dios, que se cumple por etapas y se revela a Samuel paso a paso.

9,1 Es la tercera aparición de Benjamín. La primera es gloriosa, Ehud; la segunda ignominiosa, el crimen de Loma. La vinculación a la tribu será importante, demasiado importante en la historia futura; quizá era inevitable por entonces. * = Loma.

9,4 Empieza una articulación ternaria: las tres comarcas cruzadas en vano; seguirán tres diálogos, con el criado, con las aguadoras, con Samuel.

9,7 Nm 22,7.

9,8 El v.9 va detrás del v. 11.

9,11 Empieza otra característica narrativa, la simultaneidad que subraya el sucederse casual de los encuentros; dado el predominio de pretéritos narrativos en la prosa hebrea, la presente construcción resalta.

9,12-13 Muchas aldeas tenían un altozano con un santuario local (como las ermitas en nuestras aldeas), no siempre con un edificio, pero sí con un árbol cobijando un altar. Allí se celebraba el culto local, y la costumbre duró siglos. Parece tratarse aquí de un sacrificio de comunión, que concluye con un banquete sagrado para todos los oferentes o sus invitados. "Bendecir el sacrificio" es una terminología no común.

9,16 Ex 3,8.

9,16-17 Las dos palabras del Señor garantizan la autenticidad del encuentro y enderezan la acción del profeta. Dios dice tres veces "mi pueblo", no emplea el término "rey" sino nagid = jefe; será un salvador, como los jueces.

9,20 Con la información sobre las borricas demuestra Samuel su saber superior, al mismo tiempo minimiza este acontecimiento y endereza la atención hacia lo que vendrá mañana. Lo que Saúl piensa puede ser una indicación genérica o puede suponer en Saúl una preocupación por los sucesos de Israel. Ni ahora ni después especifica el autor. Algunos traducen la frase penúltima: "¿Para quién serán los tesoros de Israel? -Para ti..."; o sea, las borricas son nada en comparación con las riquezas que le esperan.

9,21 A la objeción de Saúl no responde con palabras Samuel; pero toma la iniciativa en una serie de órdenes precisas. Jue 6,15.

9,22 Empiezan los privilegios de Saúl: la presidencia del banquete, la mejor ración, el sitio más fresco para dormir.

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